Experiencia de un familiar de un preso que narra cómo cuesta luchar en los Tribunales marroquíes:
Viajo a Marruecos con frecuencia y mis últimas estancias en Tánger superan los 10 días, por lo que les hablo con conocimiento de lo que allí ocurre.
Han sido numerosas vistas a las que mi padre ha sido citado. La última de ellas, fue aplazada otras dos semanas, y la verdad, yo que sigo en vivo el desarrollo de las vistas y juicios que allí tienen lugar puedo asegurar 100% que no están capacitados para juzgar de manera objetiva y justa ningún caso.
Es indignante ver las condiciones en las que se celebran los juicios, los de Primera Instancia aún peores. Un jueves de hace ya algunos meses, permanecí toda la tarde en el tribunal porque esperé hasta la resolución de la petición de libertad provisional de mi padre y pude comprobar, una vez más la falta de rigurosidad y seriedad.
Lo más llamativo es ver cómo se juzga a las personas en una sala donde la gente sale y entra, hablan por teléfono, se ríen... y lo mejor de todo es la lectura de las condenas al final de la tarde. Es alucinante ver como el juez lee la sentencia como el que le un trabalenguas, rápido, bajito, pasando hojas ante el desconcierto de familiares que no saben si ha dicho un año o cinco de cárcel. De hecho, yo estaba esperando la resolución de mi padre con una chica marroquí que me acompaña para que yo pueda entender todo, y ni ella ni yo, llegamos a escuchar el nombre de mi padre ni si había dicho algo referente a él.
Sin ningún respeto y sin levantar la vista va leyendo el “Señor” juez ante la desesperación de la gente. Yo que llevaba toda la tarde esperando allí enfurecí porque no logré enterarme y porque de nuevo me sentí humillada.
Cuando terminó no pude contenerme e intenté dirigirme directamente al "que hace de juez" (creo que en Marruecos es más fácil ser juez que sacarse el carné de conducir) para decirle que no había ni escuchado el nombre de mi padre, que me repitiera, y el policía no me dejó, me paró y me dijo que no, “ha dicho que no”. Yo le dije pero por qué, y me dijo que no.
Indignante el trato me parece, que yo estando en el tribunal tenga que escuchar por la seguridad de allí la denegación de libertad. Igualmente otras personas tuvieron que pedir a los policías que miraran las actas porque no habían entendido la condena de sus familiares.
No es una cuestión de idiomas, es una cuestión de falta de consideración, de rigor y no se merecen ni están capacitados para tener en la mano el destino de personas que, a su parecer, no merecen ni escuchar con nitidez su condena. Son unos auténticos desconsiderados que hablan del destino de las personas como si estuvieran contando cabras.
Después de muchos días en Marruecos, y presenciando lo que he presenciado, tengo la certeza de que es IMPOSIBLE que se celebre un juicio con garantías.
En nuestro caso las pretensiones económicas superan los ciento veinte millones de Euros, sin embargo, la acusación no ha podido demostrar NADA, no presentan ninguna prueba para justificar estas desmesuradas indemnizaciones.
Lo siento mucho, pero yo no me creo nada de un país donde se compran abogados contrarios, los jueces y donde los juicios parecen reuniones de vecinos discutiendo sobre cuánto va a costar arreglar las goteras de cubierta.
Cada día que pasa estoy más indignada de ver cómo se pretende juzgar algo sin seriedad. Las vistas se celebran con todos de pié y apelotonados, algún abogado que otro levanta la voz y dice cuatro cosas.
Me dan ganas de coger uno por uno a los jueces, fiscal y abogados y enseñarles, aunque sea a través de una película, lo que podría parecerse a un juicio medio en condiciones, cualquier examen oral en unas oposiciones se hace con más rigor que un juicio para alguien que se está jugando su libertad.
No voy a aceptar como válida y menos como justa, ninguna condena que venga de un juicio donde todos están apelotonados delante del juez chillando, con un discurso vacío. No lo voy a consentir y España tampoco debería hacerlo.
Lo que es realmente importante, la inseguridad jurídica ante la que nos encontramos, por lo que yo estoy cada vez más convencida de que la situación de mi padre no se puede resolver en un “juicio estilo marroquí”.
Después de esta semana, ya que he presenciado varias vistas, me da miedo una condena. No hay rigor, no hay medios técnicos, no hay ganas de hacer las cosas bien.